lunes, 16 de agosto de 2021

LA MENTE HOLOTRÓPICA ( Stanislav Grof )

PARTE III:

EL PARADIGMA TRANSPERSONAL


Lo más hermoso que podemos experimentar es el misterio.

En él reside la fuente de todo arte y de toda ciencia verdadera.

(Albert Einstein)


6. UNA VISIÓN GLOBAL DEL PARADIGMA TRANSPERSONAL


La conciencia no puede ser confinada a ningún concepto egocéntrico del self. Del mismo modo que la física newtoniana es apropiada para construir puentes, la identidad existencial es apropiada para resolver los problemas que supone vivir en el mundo. Sin embargo, la identificación exclusiva con el self existencial como entidad independiente no tiene ningún sentido en aquellos estados de conciencia que trascienden las limitaciones espaciotemporales ordinarias y tampoco sirve para operar en una realidad que sólo puede ser descrita adecuadamente utilizando el lenguaje de la física subatómica.

(Frances Vaughan, El arco interno)


"Si queremos comprender el reino de lo transpersonal debemos concebir la conciencia de una manera completamente nueva. Sólo entonces podremos atisbar más allá de la creencia de que la conciencia es un producto del cerebro humano, que se halla confinada en el interior de la  estructura ósea de nuestro cráneo y que, en consecuencia, es el fruto de nuestra vida individual. En la medida en  que aceptemos la noción de lo transpersonal podremos empezar a considerar que la conciencia también existe fuera, que es independiente de nosotros y que no se halla intrínsecamente ligada a la materia. Contrariamente a lo que parece mostrarnos la experiencia cotidiana, la conciencia es independiente de nuestros sentidos físicos, aunque se halle, no obstante, mediatizada por ellos en nuestra percepción cotidiana de la vida.

La conciencia transpersonal es infinita y trasciende los límites del tiempo y del espacio. Intentar aprehender las dimensiones del reino transpersonal  resulta tan insondable para nuestra mente cotidiana como intentar abarcar la magnitud y la profundidad del cielo estrellado de una noche despejada. Bajo la bóveda cósmica del firmamento estrellado podemos comenzar a reconocer que los límites de ese vasto e ilimitado universo que percibimos ahí afuera no son más que los límites de nuestra propia mente. Y lo mismo que acabamos de decir sobre el espacio exterior de  los astrónomos es también aplicable al espacio interno del psiquismo humano. No es fácil renunciar a la creencia profundamente arraigada de  que el universo es finito y de que la conciencia de cada uno de nosotros está separada de la de los demás y permanece circunscrita dentro de los límites de su propio cerebro. Tampoco es fácil reconocer que la mente y la conciencia no son un patrimonio exclusivo de la especie humana y que impregnan la totalidad de la naturaleza desde las formas más elementales hasta las más complejas. Por más que lo intentemos somos incapaces de liberarnos de los prejuicios impuestos por la cultura y por lo que suponemos que es el sentido común. No obstante, para sostener estas ilusiones debemos seguir ignorando el amplio cuerpo de observaciones y datos  que nos proporciona la moderna investigación sobre la conciencia y otras disciplinas científicas que parecen confirmar la evidencia de que el universo y el psiquismo humano carecen de límites. Cada uno de nosotros está conectado y, al mismo tiempo, es una expresión de la totalidad de la existencia.
La aceptación de la naturaleza transpersonal de la conciencia desafía nociones fundamentales de nuestra sociedad que tiene profundas consecuencias a nivel personal. Para aceptar esta nueva perspectiva sobre la conciencia debemos reconocer que nuestra vida no está determinada exclusivamente por los estímulos ambientales inmediatos que hemos recibido desde el momento del nacimiento sino que también se halla modelada por influencias ancestrales, culturales, espirituales y cósmicas que trascienden, con mucho, el horizonte que nos ofrecen los sentidos físicos."

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