lunes, 7 de junio de 2021

Yo estoy bien, tú estás bien (Dr. Thomas A. Harris)


 Las cuatro actitudes vitales


"A edad muy temprana, todo niño llega a esta conclusión: "Estoy mal". Y esta otra conclusión acerca de sus padres: "Vosotros estáis bien". Esto es lo primero que advierte en su esfuerzo –que ha de durar toda la vida– por comprenderse a sí mismo y comprender el mundo donde vive. Esta actitud –YO ESTOY MAL, TÚ ESTÁS BIEN– es la decisión más determinante de su vida. Permanece grabada de manera indeleble e influirá en todo cuanto haga. Por el hecho de ser una decisión podrá ser cambiada por una nueva decisión. Pero no sin que antes haya sido comprendida.

En apoyo de estas afirmaciones me propongo dedicar la primera parte de este capítulo  a un examen de las situaciones del recién nacido, del niño pequeño y del niño ya mayorcito, tanto en los años preverbales como en los verbales. Muchas personas insisten en afirmar que tuvieron "una infancia dichosa" y en que jamás llegaron a la conclusión: yo estoy mal - tú estás bien. Por mi parte, estoy convencido de que todo niño llega a ella, aunque su infancia sea dichosa. En primer lugar, quiero examinar la situación de su llegada a la vida y señalar la evidencia de que los acontecimientos de su nacimiento y de sus primeros tiempos de vida se graban en su mente, aunque no los recuerde.

A este propósito debemos recordar   que  Penfield llegó a la conclusión de que el cerebro realiza tres funciones: 1) grabación, 2) recuerdo y 3) nueva vivencia. No podemos recordar el primer período de nuestra vida, pero es evidente que podemos volver a vivir –y que lo hacemos– las primeras experiencias, volviendo al "estado de sentimiento" del niño recién nacido. Dado que el niño recién nacido no usa palabras, sus reacciones se limitan a sensaciones, sentimientos y, tal vez, vagas y arcaicas fantasías. El recién nacido expresa sus sentimientos llorando o por medio de distintos movimientos corporales que revelan inquietud o malestar. Sus sensaciones y fantasías, aunque son inefables porque en el tiempo en que fueron grabadas el niño gozaba del uso de  la palabra, se  reproducen ocasionalmente en sueño, en la vida posterior.

(...)

Piaget, basándose en minuciosas observaciones de niños de pecho y niños un poco mayores, cree que el desarrollo de la causalidad (qué se sigue de qué) se inicia en los primeros meses de vida, y está ya adquirido a fines del segundo año. Dicho de otro modo, los datos, en forma de batiburrillo de impresiones, empiezan a acumularse en ciertas formas secuenciales, hasta el punto de hacerse posible una posición preverbal o conclusión. Piaget dice: "En el curso de los dos primeros años de infancia la evolución de la inteligencia sensorimotriz, e igualmente la elaboración correlativa del universo, parecen conducir a un estado de equilibrio lindante con pensamiento racional." Por mi parte, creo  que ese estado de equilibrio, evidente al fin del segundo año o durante el tercer año, es el producto de la conclusión del niño acerca de sí mismo y de los demás: su posición vital. Una vez decidida su posición, ya tiene algo sólido con lo cual trabajar, una base para poder prever cosas. Piaget dice que esos primero procesos mentales no son capaces de "conocer o formular verdades", sino que se  limitan a desear el éxito o la adaptación práctica: Si yo no estoy bien, y tú estás bien, ¿ qué puedo hacer yo para que tú, que eres una persona que estás bien, seas bueno conmigo, que soy una persona que está mal? La posición puede parecer desfavorable, pero para el niño es una impresión cierta, y es mejor que nada. De ahí el estado de equilibrio. El Adulto que hay en el niño ha alcanzado su primer triunfo al "dar sentido a la vida", al resolver lo que Adler llamaba "el problema central de la vida" –la actitud hacia los demás– y lo que Sullivan designaba como "las actitudes del yo  que el individuo llevará siempre consigo".

Una de las formulaciones más claras acerca del desarrollo de posiciones el la expuesta por Kubie:

 Sólo se puede formular una deducción segura: a saber, que al principio de la vida, a veces dentro de los primeros meses y otras veces más tarde, a menudo se establece una posición emocional central... El hecho clínico que ya es evidente es  que una vez establecida la posición emocional central al  principio de la vida, se convierte en la posición afectiva a la cual el individuo tenderá a volver automáticamente por el resto de sus días. Esto, a su vez, puede constituir la mayor salvaguarda o la mayor vulnerabilidad de su vida. De hecho, el establecimiento de una posición emocional central puede ser uno de los primeros  universales en la evolución del proceso neurótico humano, puesto que puede iniciarse hasta en los días preverbales y en gran parte presimbólicos de la infancia... Siempre que la posición emocional central sea penosa... el individuo puede pasarse toda la vida  defendiéndose contra ella, recurriendo una y otra vez a trucos conscientes, preconscientes e inconscientes cuya finalidad estriba en rehuir esa posición central dolorosa.

Kubie plantea después la cuestión de si esas posiciones son o no alterables en años posteriores de la existencia del individuo. Yo creo que lo son. A pesar de que las primeras experiencias que culminaron en la posición no se pueden borrar, creo que las primeras posiciones pueden cambiarse. Lo que fue decidido una vez puede dejar de decidirse.

El análisis conciliatorio elabora  la siguiente clasificación de las cuatro posiciones vitales posibles adoptadas  respecto de uno mismo y de los demás:

1. Yo estoy mal — tú estás bien.

2. Yo estoy mal — tú estás mal.

3. Yo estoy bien — tú estás mal.

4. Yo estoy bien — tú estás bien.

Antes de examinar cada una de estas posiciones deseo formular unas cuantas observaciones generales acerca de las posiciones. Yo creo que al final del segundo año de vida o durante el tercer año, el niño se ha decidido ya por una de las tres primeras posiciones. Lo fórmula Yo estoy maltú estás bien es la primera decisión provisional basada en las experiencias del primer año de vida. Hacia fines del segundo año esta posición se confirma y se estabiliza o cede el lugar a la posición 2 o 3: Yo estoy maltú estás mal o Yo estoy bientú estás mal. Una vez ha llegado aquí, el niño se mantiene en la posición elegida, y ésta gobierna todo lo que hace. Permanece con él durante el resto de su vida, a menos que, más tarde, pase de manera consciente a la cuarta posición. Las personas no van y vienen. En cuanto a las tres primeras posiciones, la decisión se basa totalmente en las "caricias" o la ausencia de éstas. Las tres  primeras decisiones son no-verbales. Son conclusiones, no explicaciones. Pero son algo más que respuestas condicionadas. Son lo que Piaget llama elaboraciones intelectuales en la construcción de la causalidad. Dicho de otro modo, son un producto de la ordenación de datos por parte del Adulto que hay en el niño pequeño."

 

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