lunes, 28 de febrero de 2011

El mundo de Sofía (Jostein Gaarder)

Sofía (del gr. sabiduría)

Todo fluye

"Tanto el bien como el mal tienen un lugar necesario en el Todo, decía Heráclito. Y si no fuera un constante juego entre los contrastes, el mundo dejaría de existir.
"Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, hambre y saciedad", decía. Emplea la palabra "Dios", pero es evidente que se refiere a algo muy distinto a los dioses de los que hablan los mitos. Para Heráclito, Dios –o lo divino– es algo que abarca a todo el mundo. Dios se muestra precisamente en esa naturaleza llena de contradicciones y en constante cambio.
En lugar de la palabra "Dios", emplea a menudo la palabra griega logos, que significa razón. Aunque las personas no hemos pensado siempre del mismo modo, ni hemos tenido la misma razón, Heráclito opinaba que tiene que haber una especie de "razón universal" que dirige todo lo que sucede en la naturaleza. Esta "razón universal"  –o "ley natural"– es algo común para todos y por la cual todos tienen que guiarse. Y, sin embargo, la mayoría vive según su propia razón, decía Heráclito. No tenía, en general, muy buena opinión de su prójimo. "Las opiniones de la mayor parte de la gente pueden compararse con los juegos infantiles", decía.
En medio de todos esos cambios y contradicciones en la naturaleza, Heráclito veía, pues, una unidad o un todo. Este "algo", que era la base de todo, él lo llamaba "Dios" o "logos".

El estado filosófico

El mito de la caverna de Platón lo encontramos en el diálogo La República, en el que Platón nos proporciona una imagen del "Estado ideal". Es decir, un Estado modelo imaginario, o, lo que se suele llamar, un Estado "utópico". Brevemente, podemos decir que Platón piensa que el Estado debe ser gobernado por los filósofos. Al explicar el porqué, toma como punto de partida la composición del ser humano.
Según Platón, el cuerpo humano está dividido en tres partes: cabeza, pecho y vientre. A cada una de estas tres partes le corresponde una habilidad del alma. A la cabeza le pertenece la razón, al pecho la voluntad, y al vientre, el deseo. Pertenece, además, a cada una de las tres habilidades del alma un ideal o una "virtud". La razón debe aspirar a la sabiduría, la voluntad debe mostrar valor, y al deseo hay que frenarlo para que el ser humano muestre moderación. Cuando las tres partes del ser humano funcionan a la vez como un conjunto completo, obtenemos un ser humano armonioso u honrado. En la escuela, lo primero que tiene que aprender el niño es a frenar el deseo, luego hay que desarrollar el valor, y finalmente, la razón obtendrá sabiduría.
Platón se imagina un Estado construido exactamente de la misma manera que un ser humano. Igual que el cuerpo tiene cabeza, pecho y vientre, el Estado tiene gobernantes, soldados y productores (granjeros, por ejemplo). Es evidente que Platón emplea ciencia médica griega como ideal. De la misma forma que una persona sana y armoniosa muestra equilibrio y moderación, un Estado "justo" se caracteriza por que cada uno conoce su lugar en conjunto.
Como el resto de la filosofía de Platón, también su filosofía del Estado se caracteriza por su racionalismo. Es decisivo para crear un buen Estado que sea gobernado por la razón. De la misma manera que la cabeza dirige el cuerpo, tiene que haber filósofos que dirijan la sociedad.
(...)
Hoy en día, es probable que llamáramos al Estado de Platón Estado totalitario. Pero merece la pena señalar que él opinaba que las mujeres podían ser gobernantes del Estado, igual que los hombres, precisamente porque los gobernantes gobernarán el Estado en virtud de su razón. Él pensaba que las mujeres tienen exactamente la misma capacidad para razonar que los hombres, si reciben la misma enseñanza y son liberadas de cuidar a los niños y de las tareas domésticas...
(...)
Por regla general, podemos decir que Platón tenía una visión positiva de las mujeres, al menos si tenemos en cuenta la época en la que vivió. En el diálogo El banquete, es una mujer, Diotima, la que proporciona conocimientos filosóficos."





sábado, 26 de febrero de 2011

Poemas y pensamientos (Sully Prudhomme 1839–1907)

Estancias y poemas

"Aún no conozco a la esposa, a la compañera destinada a mi corazón, a la que mi atormentada juventud espera. Pero sé que ha nacido ya y que respira en estos momentos.
(...)
¡Y qué decir que, a pesar de todo, mi vida está desierta, que mi felicidad puede pasar hoy a mi lado entre la multitud y que acaso la multitud se cierre tras ella!

Quién sabe si la habré visto y habré dicho: "¡Qué niña tan bonita!"  Tal vez pasemos siempre por la misma calle, uno detrás del otro.

Tal vez nos cruzaremos durante mucho tiempo en un punto del espacio sin sonreírnos, pues nadie se atrevería a decirle a una niña que pasa: "Tú eres la que estoy esperando."

Sé lo que cuesta la experiencia porque un día creí verla en mi camino, y le dije: "¡Eres tú!" Sin duda me equivocaba, porque ella retiró la mano.

Desde entonces me callo. Mi alma solitaria confía nuestra unión en el futuro al Dios que sabe unir las plantas de la tierra con hálito de los cielos.

A menos que, privándome para siempre de conocerla, la muerte se haya llevado ya a mi mujer aún niña. A ti, que naciste para ser mi esposa y no lo habrás sido nunca."


Pensamientos sobre el amor


"El hombre es dueño de arraigar el amor en su corazón; sólo hace falta que no lo corrompa dividiendo su naturaleza. El amor es, al mismo tiempo, sensación y pensamiento, como la belleza misma es forma y expresión. El amor está incompleto sin el beso, y también sin la ternura y la estimación. El arte de amar consiste en saber mezclar esas dos fuentes de felicidad en proporciones iguales, y no secarlas nunca. Cuando se ha pretendido apurar de un solo trago el agua de la voluptuosidad se ha encontrado que es bien poca cosa. El amor es esencialmente indivisible en sus placeres, y sólo es bueno cuando se paladea. La razón de esto es muy sencilla: el placer sensual, por grande que sea, es limitado y definido, pero la imagen que de él nos hacemos no tiene más límites que los que pueda tener la imaginación. Por otra parte, el amor moral, es decir, el sentimiento, no tiene medida en el corazón, supera siempre la intensidad de la crisis física; de ahí nace la penosa sensación de una desproporción entre el amor del corazón y el amor de los sentidos, que es expresión de aquél; como ambos amores son inseparables, la saciedad se comunica de uno a otro. Así, pues, nada es más fácil ni tampoco más funesto que la relajación; el que quiere alcanzar los extremos de la voluptuosidad, pronto lo consigue. En cambio, el hombre sensato se dosifica y reserva el placer; no consume de una vez su tesoro, sabe hacer infinito el amor físico, inagotable como el amor moral.
Los hombres sensuales debieran comprender que del trato con la mujer obtenemos más placeres tanto más delicados y encantadores cuanto más la respetemos. A la misma voluptuosidad le interesa el pudor."




lunes, 21 de febrero de 2011

Símbolo y señal (Graham Hancock)

Las ocultas riquezas de lugares secretos

"Todos los logros verdaderamente grandes del antiguo Egipto tuvieron lugar tempranamente. El período culminante se extendía desde la Tercera hasta la Quinta Dinastía, más o menos desde el año 2900 al 2300 a.C. Después, aunque lenta y con reacciones notables, la tendencia general fue siempre declinante. Este hecho, aceptado por todos los especialistas, me parecía totalmente coherente con la teoría de que la civilización fue traída al valle del Nilo durante el cuarto milenio a.C. desde alguna zona técnicamente avanzada aún sin identificar.
(...)
Poco antes del comienzo de la Primera Dinastía, más o menos en torno al año 3400 a.C., aparecieron de forma repentina la escritura, la aritmética, la medicina, la astronomía y una compleja religión, sin que hubiera, como ya se dijo, prueba alguna de una evolución anterior en estos campos. Al mismo tiempo se estaban construyendo monumentos y tumbas muy complejos que incorporaban avanzados conceptos arquitectónicos, también sin el menor rastro de evolución (...) Esta tendencia a una belleza y una excelencia cada vez mayores recibió lo que muchos especialistas modernos consideraban su expresión última en los notables edificios de piedra del complejo funerario del rey Zoser, el primer faraón de la Tercera Dinastía.
(...)
Pude ver que en la tradición egipcia el proyecto de construcción de todo el complejo de Zoser se había considerado obra de un solo genio creador, Amenhotep el Constructor, cuyos otros títulos eran sabio, mago, arquitecto, sumo sacerdote, astrónomo y médico (...) Con hazañas de ingeniería tan impresionantes como la pirámide de Zoser en su haber, Amenhotep me parecía un candidato obvio a miembro del culto de Toth. Los monumentos de Saqqara parecían confirmar de manera elocuente que había asimilado y puesto en práctica brillantemente la destreza técnica característica de este culto.
(...)
Después supe algo todavía más significativo: en la antigüedad, también a Moisés se le comparó con frecuencia a Toth (...) El hecho de que personajes tan alejados en la historia como Moisés y Amenhotep se viesen relacionados explícitamente a través del culto al dios-luna me parecía una fuerte prueba circunstancial, no sólo de la existencia de una tradición de sabiduría secreta, sino de lo duradero de esta tradición (...) Por desgracia, no hay noticia alguna del arquitecto que construyó la Gran Pirámide de Gizeh. Este edificio fue sin duda el logro máximo de la espléndida Cuarta Dinastía, durante la cual la civilización egipcia alcanzó su cenit. Como dice una autoridad,

Los faraones no volverían nunca a construir a tal escala ni con tal perfección. Y este nivel alcanzó a casi todas las demás artes y oficios. Durante la Cuarta Dinastía los muebles fueron los más elegantes, las ropas las más bellas, la escultura a la vez la de mayor fuerza y la más perfecta... Ciertas técnicas, como la fabricación de ojos para incrustar, alcanzaron niveles que bordean lo sobrenatural. Las dinastías posteriores sólo pudieron lograr versiones mediocres y esos conocimientos acabaron por desaparecer por completo.
(...)
En la misma línea, sir Isaac Newton había expresado la opinión de que "los egipcios ocultaban misterios que excedían de la capacidad del vulgo bajo el velo de ritos religiosos y símbolos jeroglíficos". Entre estos misterios, creía él, estaba el conocimiento de que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al contrario (...) La gran inteligencia y la erudición de Newton lo capacitaron para poner los cimientos de la Física como disciplina moderna. Entre sus logros concretos hubo descubrimientos que hicieron época en la Mecánica, la Óptica, la Astronomía y las Matemáticas (el teorema del binomio y los cálculos diferencial e integral), enormes pasos adelante en la comprensión de la naturaleza de la luz y, por encima de todo lo demás, la formulación de la ley universal de la gravitación, que alteró para siempre la visión del cosmos que tenía la humanidad..."

viernes, 18 de febrero de 2011

Estudio sobre la síntesis de Teilhard de Chardin (Bernard Towers-Anthony Dyson)

El origen de la vida y la visión del mundo de Teilhard de Chardin (1881-1955) :El aspecto creador de la evolución
(Francis G. Elliot, S. J.)

"...Cuando Teilhard de Chardin quiso comprender el lugar del hombre en la Naturaleza, hizo uso del concepto de evolución, que tomó prestado del vocabulario de la ciencia, pero dándole un significado dinámico y filosófico que iba mucho más allá del sentido positivo y particular que le atribuían los paleontólogos y los biólogos (...) Para Teilhard de Chardin, la "evolución" llegó a ser el concepto clave para una comprensión del hombre y de su lugar en el Universo.
(...)
Un hecho en particular puede ser destacado por su especial importancia en cuanto a nuestros fines: la extraordinaria similitud, en su composición bioquímica, de las criaturas vivientes. Todos los organismos poseen virtualmente la misma composición elemental (...) Todos los organismos son sistemas acuosos, es decir, soluciones basadas en agua y sales. La energía necesaria para su actividad se halla fijada en forma de hidratos de carbono, almacenados y transmitidos en esta forma, antes de ser utilizados por el propio organismo o por otros organismos (...) "Actuamos" gracias a los hidratos de carbono, principal fuente de energía, "pensamos" con la ayuda de las grasas, que constituyen la estructura de nuestras células nerviosas, pero "existimos" en virtud de las proteínas, que constituyen nuestra sustancia, y "envejecemos" porque nuestras proteínas han envejecido, o, en términos bioquímicos, se han "desnaturalizado".
(...)

Para la comprensión de la evolución

...La proteína, con sus notables propiedades, no es esos millares de átomos de carbono, hidrógeno y azufre, sino la estructura en que éstos se encuentran enlazados, su combinación en aminoácidos, la secuencia ordenada de la cadena polipéptida, y, finalmente, la conformación de esta cadena según las exigencias de la estructura secundaria, terciaria, y posiblemente cuaternaria, en un edificio que es tan delicado como complicado y capaz de las actividades de la vida. La materia vive gracias a la disposición adoptada por los átomos (...) La complejidad de la proteína, lejos de ser desorden, es orden supremo. Una partitura musical es complicada para quien no sabe leer música, pero sería una gran incongruencia calificar de complicada la música de Bach. Lo intrincado y lo indescifrable son solamente el aspecto aparente y completamente externo de lo que es complejo. Sólo podemos hablar de "complejificación" en cuanto este término evoque una jerarquía, la aparición de estructuras e interconexiones, la formación del orden, y, más allá, el surgimiento de un dinamismo interno que es a la vez interiorizador y expansivo. Debemos confesar que ello equivale a empeñarse en obligar al término "complejificación" a cubrir muchas cosas.
Para expresar el mismo contenido parece preferible el término "concentración"; por lo menos no tiene el aire de un neologismo, aunque el significado que le da Teilhard sea nuevo. Pero este significado encaja tan perfectamente con la palabra, y la estructura de ésta expresa tan bien lo que significa –la unificación de la materia alrededor de un centro que revela, crea y se crea a sí mismo–, que no podemos resistir a la tentación de preferirlo al otro. Podemos agregar que la palabra "concentración" sirve también para describir en el hombre las condiciones de creación de materia en su forma más elevada y más íntima. La creación artística y el descubrimiento científico sólo surgen cuando el hombre ha alcanzado un grado de "concentración" suficiente para liberar su espíritu.
La reflexión sobre la palabra "concentración" nos conduce al mismo meollo del tema: la creatividad..."



viernes, 4 de febrero de 2011

Saber vivir, saber morir (Sogyal Rimpoché)

SABER VIVIR, SABER MORIR (según la sabiduría tibetana)

"Muchos de ustedes habrán oído hablar del Libro tibetano de los muertos (...) En esta enseñanza maravillosa, encontramos la totalidad de la vida y la muerte presentada conjuntamente como una serie de realidades transitorias y en constante cambio llamadas bardos...
Los bardos son oportunidades de liberación particularmente vigorosas porque, como lo muestran las enseñanzas, hay momentos que son mucho más poderosos que otros y están mucho más cargados de potencialidad, en los que todo cuanto uno hace tiene efecto decisivo y de largo alcance...

EL SAMSARA Y LA IMPERMANENCIA

Quizá la razón más profunda del miedo a la muerte es que ignoramos quiénes somos. Creemos en una identidad personal, única e independiente, pero, si nos atrevemos a examinarla, comprobamos que dicha identidad depende por completo de una interminable colección de cosas que la sostienen: nuestro nombre, nuestra "biografía", nuestros socios y familiares, el hogar, los amigos, las tarjetas de crédito... Es de este frágil y efímero sostén de lo que depende nuestra seguridad. Así que, cuando se nos quite todo eso, ¿tendremos idea de quiénes somos en realidad?
Sin nuestro decorado familiar, quedamos cara a cara con nosotros mismos: una persona a la que no conocemos, un extraño inquietante con quien hemos vivido siempre pero al que en el fondo nunca hemos querido tratar. ¿Acaso no es por eso que intentamos llenar cada instante de ruido y actividad, por aburrida y trivial que sea, para evitar quedarnos a solas y en silencio con ese desconocido? (...)
En nuestra mente los cambios siempre equivalen a pérdida y sufrimiento. Y, cuando se producen, procuramos anestesiarnos en la medida de lo posible. Damos por supuesto, tercamente y sin ponerlo en tela de juicio, que la permanencia proporciona seguridad y la impermanencia no. No obstante, la permanencia es sólo un espejismo, dado que la naturaleza del samsara consiste en la continua caducidad de nuestro mundo (...) ¿Qué es nuestra vida sino una danza de formas efímeras? ¿No está todo cambiando constantemente, las hojas de los árboles del parque..., las estaciones, el clima, la hora del día, la gente con que se cruza por la calle? ¿Y nosotros qué? ¿Acaso no nos parece un sueño todo lo que hemos hecho en el pasado? Los amigos con los que crecimos, los lugares favoritos de nuestra infancia, las creencias y opiniones que en otro tiempo tan apasionadamente defendíamos, lo hemos dejado todo atrás (...) Las células de nuestro cuerpo mueren, las neuronas de nuestro cerebro se deterioran, hasta la expresión de nuestra cara está siempre cambiando según nuestro estado de ánimo. Lo que llamamos nuestro carácter básico sólo es una "corriente mental", nada más (...) Somos impermanentes, las influencias son impermanentes y en ninguna parte hay nada sólido o duradero que podamos señalar.
¿Qué puede haber más imprevisible que nuestros pensamientos? ¿Tiene usted idea de lo que va a pensar o sentir la semana que viene? Nuestra mente, en realidad, es tan vacía, tan impermanente y tan efímera como un sueño. Observe un pensamiento: viene, permanece un tiempo y se va. El pasado ya ha pasado, el futuro aún no ha surgido e incluso el pensamiento presente, mientras lo experimentamos, se convierte en pasado. Lo único que tenemos en realidad es el ahora...

LA NATURALEZA DE LA MENTE

El descubrimiento todavía revolucionario del budismo es que la vida y la muerte están en la mente, y en ningún otro lugar...
La mente tiene numerosos aspectos, pero hay dos que destacan. El primero es lo que los tibetanos llaman sem. Esta es la mente dualista, discursiva y pensante, que sólo puede funcionar en relación con un punto de referencia exterior proyectado y falsamente percibido. Así pues, sem piensa, hace planes, desea y manipula, monta en cólera, crea oleadas de emociones y pensamientos negativos por los que se deja llevar, que debe seguir siempre proclamando, corroborando y confirmando su "existencia" mediante la fragmentación, conceptualización y solidificación de la experiencia. Es la presa de las influencias externas, las tendencias habituales y el condicionamiento (...) Sem es taimada, escéptica y desconfiada, ducha en astucias y trapacerías. Esta mente ordinaria es donde una y otra vez sufrimos el cambio y la muerte.
Luego está la propia naturaleza de la mente, su esencia más íntima, que es siempre y absolutamente inmune al cambio y la muerte. Ahora se halla oculta dentro de nuestra propia sem, envuelta y velada por la fuga precipitada de nuestros pensamientos y emociones. Pero, del mismo modo en que un fuerte golpe de viento puede dispersar las nubes y revelar el sol resplandeciente y el cielo anchuroso, también alguna inspiración puede descubrirnos vislumbres de esta naturaleza de la mente. Estos vislumbres pueden ser de diversos grados e intensidades, pero todos proporcionan alguna luz de comprensión, sentido y libertad. Ello es así porque la naturaleza de la mente es de por sí la propia raíz de la comprensión. En tibetano la llamamos Rigpa, una conciencia primordial, pura y prístina que es al mismo tiempo inteligente, cognoscente, radiante y siempre despierta. Se podría decir que es el conocimiento del propio conocimiento.
No cometa el error de suponer que la naturaleza de la mente es exclusiva. De hecho, es la naturaleza de todo. Nunca puede subrayarse demasiado que realizar la naturaleza de la mente es realizar la naturaleza de todas las cosas...