martes, 29 de marzo de 2011

El Silmarillion (J. R. R. Tolkien 1892-1973)

AINULINDALË

La Música de los Ainur

"En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa. Y les habló y les propuso temas de música; y cantaron ante él y él se sintió complacido. Pero por mucho tiempo cada uno de ellos cantó solo, o junto con unos pocos, mientras el resto escuchaba; porque cada uno sólo entendía aquella parte de la mente de Ilúvatar de la que provenía él mismo, y eran muy lentos en comprender el canto de sus hermanos. Pero cada vez que escuchaban, alcanzaban una comprensión más profunda, y crecían en unisonancia y armonía.
Y sucedió que Ilúvatar convocó a todos los Ainur, y les comunicó un tema poderoso, descubriendo para ellos cosas todavía más grandes y más maravillosas que las reveladas hasta entonces; y la gloria del principio y el esplendor del final asombraron a los Ainur, de modo que se inclinaron ante Ilúvatar y guardaron silencio.
(...)

VALAQUENTA

Historia de los Valar y los Maiar según el saber de los Eldar

En el principio Eru, el Único, que en lengua élfica es llamado Ilúvatar, hizo a los Ainur de su pensamiento; y ellos hicieron una Gran Música delante de él. En esta música empezó el Mundo; porque Ilúvatar hizo visible el canto de los Ainur, y ellos lo contemplaron como una luz en la oscuridad. Y muchos de entre ellos se enamoraron de la belleza y la historia del mundo, que vieron comenzar y desarrollarse como una visión. Por tanto Ilúvatar dio Ser a esta visión, y la puso en medio del Vacío, y el Fuego Secreto fue enviado para que ardiera en el corazón del Mundo, y se lo llamó Eä.
Entonces aquellos de entre los Ainur que así lo deseaban, se levantaron y entraron en el mundo en el principio del Tiempo; y era su misión acabarlo, y trabajar para que la visión se cumpliese. Largo tiempo trabajaron en las regiones de Eä, de una vastedad inconcebible para lo Elfos y los Hombres, hasta que en el tiempo señalado se hizo Arda, el Reino de la Tierra. Entonces se vistieron con las galas de la Tierra, y allí descendieron y moraron.

De los Valar

A los Grandes de entre estos espíritus los Elfos llaman Valar, los Poderes de Arda, y los hombres con frecuencia los han llamado dioses. Los Señores de los Valar son siete; y las Valier, las Reinas de los Valar, son siete también. Estos eran sus nombres en la lengua élfica tal como se la hablaba en Valinor, aunque tienen otros nombres en el habla de los Elfos de la Tierra Media, y muchos y variados entre los hombres. Los nombres de los Señores son estos, en debido orden: Manwë, Ulmo, Aulë, Oromë, Mandos, Lórien, y Tulkas; y los nombres de las Reinas son: Varda, Yavanna, Nienna, Estë, Vairë, Vána y Nessa. Melkor ya no se cuenta entre los Valar, y su nombre no se pronuncia en la Tierra..." 

jueves, 24 de marzo de 2011

Ética (Baruch Spinoza 1632-1677)

Proposición IX

"El Alma, ya en cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto tiene ideas confusas, se esfuerza en perseverar en su ser con una duración indefinida y tiene conciencia de su esfuerzo.

Demostración

La esencia del Alma está constituida por ideas adecuadas e inadecuadas; por consiguiente, el Alma se esfuerza en perseverar en su ser cuanto tiene unas y otras ideas; y esto, con una duración indefinida. Puesto que, por otra parte, el Alma por las ideas de las afecciones del Cuerpo, tiene necesariamente conciencia de sí misma, tiene conciencia de su esfuerzo.

Escolio

Este esfuerzo, cuando se relaciona sólo con el Alma, se llama Voluntad; pero, cuando se relaciona a la vez con el Alma y con el Cuerpo se llama Apetito; éste no es, pues, otra cosa que la esencia misma del hombre y de la naturaleza de dicha esencia; se sigue, necesariamente, lo que sirve para su conservación; así, el hombre es determinado a realizarlo. Además, no hay diferencia alguna entre el Apetito y el Deseo; únicamente, el Deseo se relaciona generalmente en los hombres, en cuanto tienen conciencia de sus apetitos y puede, por esta razón, definirse de este modo: el Deseo es el Apetito con conciencia de sí mismo. Queda, pues, establecido que no nos esforzamos en nada, ni queremos, ni apetecemos o deseamos cosa alguna porque la juzgaremos buena, sino que, por el contrario, juzgamos que una cosa es buena porque nos esforzamos hacia ella, la queremos, apetecemos y deseamos.
(...)

Proposición XI

Si alguna cosa aumenta o disminuye, secunda o reduce la potencia de obrar de nuestro Cuerpo, la idea de esta cosa aumenta o disminuye, secunda o reduce la potencia de nuestra Alma.

Escolio

Hemos visto que el Alma, cuando es pasiva, está sujeta a grandes cambios y pasa tan pronto a una perfección mayor como a otra menor; y estas pasiones nos explican las afecciones del Gozo y de la Tristeza. Por Gozo entenderé, por consiguiente, una pasión por la que el Alma pasa a una perfección más grande. Por Tristeza, una pasión por la que pasa a una perfección menor. Llamo, además, la afección del Gozo relacionada a la vez con el Alma y con el Cuerpo, Placer o Alegría; la de la Tristeza, Melancolía o Dolor. Es preciso advertir, sin embargo, que el Placer y el Dolor se relacionan con el hombre cuando una parte de él es afectada más que las otras; La Alegría y Melancolía, cuando todas las partes son igualmente afectadas. (...) Hemos demostrado, en fin, que la potencia del Alma con que ésta imagina las cosas y se acuerda de ellas, depende también de que el Alma envuelva la existencia actual del Cuerpo. De donde se deduce que la existencia presente del Alma y su potencia de imaginar son destruidas tan pronto como el Alma cesa de afirmar la existencia presente del Cuerpo. Pero la causa por que el Alma afirma la existencia del Cuerpo, no es que el Cuerpo haya comenzado a existir; por la misma razón, no cesa de afirmar la existencia del Cuerpo porque éste cese de ser, sino que esto proviene de otra idea que excluye la existencia presente de nuestro Cuerpo, y, por consiguiente, la de nuestra Alma, y que es, por tanto, contraria a la idea que constituye la esencia de nuestra Alma." 

jueves, 10 de marzo de 2011

La conciencia mítica (D. S. Bond)

"El trabajo psicológico consiste en aceptar los fantasmas de nuestras vidas no vividas. No es nuestra aflicción por aquello que quisimos y hemos perdido; no es enterrar nuestras ambiciones adolescentes. El misterio de la psique es que nos sentimos perseguidos no por lo que queremos en la vida, sino por lo que la vida quiere de nosotros. Nunca podremos arrinconar esos potenciales no vividos. Buscan incesantemente ser vividos aunque los enterremos profundamente. Puede que trabajar de nueve a cinco sea una adaptación esencial para trabajar en un cultura urbana, pero ¿se ajusta convenientemente a las energías instintivas modeladas en la psique? Aprender a vivir sólo aquello que nuestros padres pudieron tolerar puede que haya sido una relación esencial para el desarrollo de nuestras familias, pero ¿se ajusta convenientemente a aquellos profundos deseos que aún esperan verse realizados?
Lo que se retiene en nuestra vida no vivida: la energía vital que no ha sido utilizada, las posibilidades que se han dejado sin explorar. Esto es lo que nos obsesiona. A la sombra de nuestras preocupaciones cotidianas, los fantasmas de nuestra vida no vivida se amontonan, enjaulados como prisioneros que hacen sonar sus cadenas. Se esfuerzan, presionan y claman por ser liberados. No sólo los fantasmas de lo que pudo haber existido en nuestra vida, sino también el espíritu de aquello que puede existir. Y resulta molesto estar siempre haciendo sitio a los fantasmas, estar siempre haciendo sitio a algo más. (...) Lo que encontramos en estos "fantasmas" son patrones de energía psíquica; patrones que quieren ser vividos, que quieren ser representados, patrones que quieren salir a la vida. "Todo lo que está en el inconsciente quiere llegar a ser acontecimiento, y la personalidad también quiere desplegarse a partir de sus condiciones inconscientes y sentirse como un todo." (C. G. Jung) Estos patrones ansían ser puestos en movimiento y realizarse.
(...)
Sólo la psique sabe lo que necesita. Como si fuera un mapa vivo, allí se recuerdan todos los caminos que se exploraron, pero sólo hasta donde fueron recorridos; y ahí aguardan a que otros, por necesidad, retomen la exploración. Es allí donde se recupera el "deber" y donde flaquea la decisión. La necesidad impone una dirección. Vives lo que debes vivir o enfermas.

Retirada, depresión y pérdida del alma

Sugiero que en la salud hay un núcleo esencial de la personalidad que se corresponde con el verdadero yo de la personalidad dividida; sugiero que este núcleo nunca se comunica con el mundo de los objetos percibidos y que la persona individual sabe que nunca debe comunicarse con la realidad externa ni verse influido por ella. (...) Aunque las personas sanas se comunican y disfrutan haciéndolo, también es verdad que cada individuo se encuentra aislado, permanentemente incomunicado y desconocido, en realidad no descubierto.
En la vida y el vivir, este duro hecho queda mitigado por ese compartir que es propio de toda una serie de experiencias culturales. En el centro de cada persona existe un elemento incomunicado, que es sagrado y merecedor en grado sumo de ser preservado. (...)
En las mejores circunstancias posibles, se produce el crecimiento y el niño adquiere tres vías de comunicación, o comunicación intermedia, que se desliza desde el juego hasta experiencias culturales de todo tipo. (D. W. Winnicott)
(...)
Es indudable que todos tenemos que adaptarnos a ciertas expectativas. Todos tenemos que aceptar lo que nos es dado y lo que tenemos que ganarnos. La tendencia a la depresión procede de que se combina un modo único de acercamiento con el hecho de que lo que nos gratifica ya no es lo vivido interiormente sino la recompensa exterior. Esto supone cierta rigidez, una perspectiva unilateral, una tendencia hacia la excesiva focalización. El yo que juega se pierde. El sentido de la gratificación ha pasado al yo adaptado..."


miércoles, 2 de marzo de 2011

Khalil Gibran 1883–1931 (Obras completas)

Obra dirigida por Diveso Llagar Maralar
Prólogo de Mir Bahadur Mu´tasin
(Ediciones Bosmar)

El sonido del silencio

"Gibran no cree que el verdadero amor necesite ser elocuente. Cuando el amor visita a un alma, ilumina sus rincones. Para él, el "pesar del amor canta". Este canto es el consuelo del alma y conduce a la comprensión de las cosas oscurecidas por el pesar. Este pesar es más profundo que el amor; en palabras de Gibran: "Hay un pesar más sublime que el conocimiento, más fuerte que el deseo, y más amargo que la pobreza." Para Gibran, este pesar no es elocuente, sino que es "mudo y no tiene voz".
(...)
Los verdaderos amantes comienzan a desarrollar su amor en plácido silencio, no con palabras: "Dos espíritus... han alcanzado a comprenderse en silencio y se han acercado al círculo de luz de lo alto", dice en su famoso ensayo Khalil el Hereje. En Alas Rotas dice, cuando se encuentra con Selma, que ambos deben permanecer en silencio, esperando que el otro sea quien hable, pues "para dos almas, el habla no es el único medio de entenderse. No son las sílabas que surgen de los labios las que unen los corazones". La energía curativa del amor se fortalece con su muda actitud. Es así como dos amantes, al encontrarse tras una larga separación, sienten que las palabras obstaculizan su comunicación y mutuo entendimiento. Entonces permanecen en silencio, incapaces de decir lo que sienten y lo que quieren expresar. Gibran experimentó esta situación más de una vez, cuando visitaba a Selma después de saber que estaba obligada a comprometerse con el sobrino del obispo, a quien no amaba. Describe así uno de estos encuentros:

Una mirada que revela agitación interior confiere
más belleza al rostro, sin importar cuánta
tragedia y dolor revele; pero el
rostro que en silencio no anuncia
misterios ocultos no es bello,
aun cuando sus rasgos sean armónicos.
La copa no seduce nuestros labios
a menos que sea el color del vino
a través del transparente cristal.

Gibran repite a menudo que el silencio es, en ciertas circunstancias, el único lenguaje del amor, y escribe:

Mírame, amigo mío; estudia mi rostro
y lee en él lo que quieres saber
y que yo no puedo decir. Mírame,
amada mía... Mírame, hermana mía.

Una mirada, un roce, un beso

Gibran insiste a menudo en el aspecto espiritual del amor. No menciona nunca la satisfacción física de los escarceos, que son generalmente una trampa para los hombres. Acentúa el poder de una mirada al decir: "La mirada de una mujer te convierte en el hombre más feliz de la tierra." Es real que la mirada de una persona puede revelar los ocultos secretos de su corazón. Todas las canciones de amor dicen que los ojos son un espejo del alma y el corazón. La mirada de una mujer puede hipnotizar a un hombre y conquistarlo. La mirada de un hombre puede tener una tremenda influencia sobre una mujer, y conquistar su confianza y su afecto.
En otros pasajes, Gibran dice que su mayor deseo es simplemente "contemplar la luz de los ojos de su amada y escuchar la música de su voz". La palabra "voz" no alude sólo a lo que su amada diga, ni a su manera de hablar. Vemos que acentúa el efecto que tiene sobre él el sonido de la voz..."