sábado, 26 de febrero de 2011

Poemas y pensamientos (Sully Prudhomme 1839–1907)

Estancias y poemas

"Aún no conozco a la esposa, a la compañera destinada a mi corazón, a la que mi atormentada juventud espera. Pero sé que ha nacido ya y que respira en estos momentos.
(...)
¡Y qué decir que, a pesar de todo, mi vida está desierta, que mi felicidad puede pasar hoy a mi lado entre la multitud y que acaso la multitud se cierre tras ella!

Quién sabe si la habré visto y habré dicho: "¡Qué niña tan bonita!"  Tal vez pasemos siempre por la misma calle, uno detrás del otro.

Tal vez nos cruzaremos durante mucho tiempo en un punto del espacio sin sonreírnos, pues nadie se atrevería a decirle a una niña que pasa: "Tú eres la que estoy esperando."

Sé lo que cuesta la experiencia porque un día creí verla en mi camino, y le dije: "¡Eres tú!" Sin duda me equivocaba, porque ella retiró la mano.

Desde entonces me callo. Mi alma solitaria confía nuestra unión en el futuro al Dios que sabe unir las plantas de la tierra con hálito de los cielos.

A menos que, privándome para siempre de conocerla, la muerte se haya llevado ya a mi mujer aún niña. A ti, que naciste para ser mi esposa y no lo habrás sido nunca."


Pensamientos sobre el amor


"El hombre es dueño de arraigar el amor en su corazón; sólo hace falta que no lo corrompa dividiendo su naturaleza. El amor es, al mismo tiempo, sensación y pensamiento, como la belleza misma es forma y expresión. El amor está incompleto sin el beso, y también sin la ternura y la estimación. El arte de amar consiste en saber mezclar esas dos fuentes de felicidad en proporciones iguales, y no secarlas nunca. Cuando se ha pretendido apurar de un solo trago el agua de la voluptuosidad se ha encontrado que es bien poca cosa. El amor es esencialmente indivisible en sus placeres, y sólo es bueno cuando se paladea. La razón de esto es muy sencilla: el placer sensual, por grande que sea, es limitado y definido, pero la imagen que de él nos hacemos no tiene más límites que los que pueda tener la imaginación. Por otra parte, el amor moral, es decir, el sentimiento, no tiene medida en el corazón, supera siempre la intensidad de la crisis física; de ahí nace la penosa sensación de una desproporción entre el amor del corazón y el amor de los sentidos, que es expresión de aquél; como ambos amores son inseparables, la saciedad se comunica de uno a otro. Así, pues, nada es más fácil ni tampoco más funesto que la relajación; el que quiere alcanzar los extremos de la voluptuosidad, pronto lo consigue. En cambio, el hombre sensato se dosifica y reserva el placer; no consume de una vez su tesoro, sabe hacer infinito el amor físico, inagotable como el amor moral.
Los hombres sensuales debieran comprender que del trato con la mujer obtenemos más placeres tanto más delicados y encantadores cuanto más la respetemos. A la misma voluptuosidad le interesa el pudor."